Reggae Seeds /
por Xos /
Hace casi dos años que prácticamente solo cultivo y consumo cannabis CBD-rich, sin embargo, no había cultivado nada de Reggae Seeds puesto que en ningún caso se asegura una ratio o porcentaje en concreto en sus genéticas. La ecuación era fácil: como no estaba seguro de lo que iba a obtener, quería optimizar mi tiempo y recurrir a resultados predecibles. Tan sencilla era la decisión que descartaba un amplio abanico de posibilidades que tardé en mesurar.
Llamé a mi amigo Germán, puesto que hace unos meses me había comentado que estaba cultivando y cruzando algunas de las variedades de Reggae, y confirmó lo que se venía comentando: sus semillas se convertían en ejemplares destacables… aspectos, olores y variaciones que recordaban a la crianza de antaño, y lo que es más importante, arrojaban diferentes porcentajes de THC y CBD.
Después de dos encuentros de varias horas con Jimi y Anna, fundadores de Reggae Seeds, pudimos dilucidar algunos de los entresijos que convierten a su empresa en una de las pequeñas casas nacionales que ofrecen semillas de primera calidad. En ambos casos existía un guion que transgredíamos constantemente, viajando a los parajes de los apasionados del cultivo y la crianza del cannabis. Sin embargo, fuimos capaces de concretar algunas de las preguntas y respuestas que, a mi parecer, más interesan a los usuarios de estas variedades.
Una de ellas es, quizás, la más importante puesto que en este sector existen muchas leyendas y teorías difíciles de fundamentar: ¿dónde comienza la historia de las variedades CBD-rich? ¿cuál es el origen de las variedades que se están comercializando en forma de semilla en Europa?
En Spannabis Barcelona 2004, Jimi compra directamente a Soma de Soma Sacred Seeds, un paquete de 11 semillas regulares de NYC Diesel. De estas 11 semillas selecciona una hembra que adquiere una considerable fama, Diesel Mandarina, y un macho con el que poliniza todas las genéticas que tiene en su indoor. Lo primero que selecciona de estos cruces es Kalijah y Juanita la Lagrimosa, y precisamente partiendo de Kalijah fundamenta el origen de la casa y comienza la aventura comercial.
Llegados a este punto de nuestra reunión, surge una inevitable pregunta: con esta base genética, ¿se puede alcanzar la calidad que ofrecen las grandes casas semillas? Jimi es cauto y no responde de inmediato. Con humildad, confiesa haber tardado un tiempo en darse cuenta de que sus cruces podían igualarse a los de las grandes casas:
“Pasé de tener un 10% de mis genéticas y un 90% de genéticas de casas de renombre en mi indoor, a poner un 90% de mis propias semillas, básicamente porque alcanzaban una calidad igual o superior en muchos casos (…) cada vez era más difícil encontrar semillas en las que la descripción coincidiera con los resultados (…) creo que el boom de las feminizadas marcó un antes y un después en la calidad final de las semillas, aunque también creo que se pueden hacer feminizadas sin perjudicar a la crianza del cannabis.”
La forma en la que Jimi puede perpetuar un trabajo de calidad, al igual que lo hacen otras casas pequeñas apenas conocidas, es fundamentándose en la labor artesanal. Cuando una casa es capaz de controlar todos y cada uno de los ejemplares que van a servir de parental, también es capaz de controlar los resultados. En el momento en el que el volumen de plantas, y por lo tanto de trabajo, se dispara, poner la mano en el fuego por todas y cada una de tus semillas resulta un tanto arriesgado.
Usemos los recursos de los grandes pensadores y preguntémonos retóricamente por qué algunos de los mejores restaurantes de París recurren a pequeñas granjas familiares situadas a las afueras de la ciudad para comprar fruta y verdura.
Partes de este texto fueron publicadas en la revista Cannabis Magazine.